El 28 de septiembre del 2006 la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria organizó, aprovechando la clausura de una exposición de fotografías “Del mar los vieron llegar” de Borja Suárez, cuyo tema principal es la entrada de inmigrantes en cayucos, una conferencia de los dos obispos de Canarias sobre la postura que mantienen ellos y la iglesia que representan en la inmigración.
Fue un acontecimiento histórico pues era la primera vez que ambos obispos hablaban públicamente como equipo.
Cada uno a su estilo nos dio el punto de vista humano y solidario que debemos aplicar a este problema que una vez tuvimos nosotros hace ya muchos años. Coincidieron en que no debemos verlo como una amenaza, sino como un síntoma de que nuestra sociedad ha experimentado tal avance que ahora son otros los que vienen mientras nosotros nos quedamos porque realmente necesitamos su mano de obra.
El obispo de Canarias D. Francisco Cases nos expuso un histórico sobre la llegada de los inmigrantes a Canarias, como hemos ido cambiando la versión hasta convertirlo en un problema económico y al inmigrante en una simple mercancía.
El obispo de Tenerife D. Bernardo Álvarez nos señaló el engaño que mantenemos al pensar que nos invaden cuando realmente no hay ningún tipo de invasión ya que la mayoría de los que han entrado por otras vías, puesto que los que entran en cayuco son expulsados antes de cuarenta días, están realizando trabajos que nosotros no queremos hacer.
Tengo que decir que me gustó la versión humana y solidaria que ambos obispos mantuvieron a lo largo de la conferencia, la exposición de un tema tan actual y tan políticamente problemático como este expuesto por una iglesia que a veces se mete en camisa de once varas por dar su opinión, una opinión que bajo mi punto de vista suele alejarse de lo que vive el pueblo dando la imagen de una iglesia que vive a espaldas de sus creyentes, me reflejó un objetivo final realmente cristiano, el amor al prójimo.
Desde esta tribuna quiero dar las gracias a ambos obispos porque me han hecho pensar que la iglesia católica en nuestras islas esta bien representada, con personas, cada una a su estilo, con cabezas bien amuebladas cuyo único interés es divulgar el amor entre todos. Algo tan sencillo pero tan difícil de predicar si se tienen intereses particulares de hacerse notar.
Fue un acontecimiento histórico pues era la primera vez que ambos obispos hablaban públicamente como equipo.
Cada uno a su estilo nos dio el punto de vista humano y solidario que debemos aplicar a este problema que una vez tuvimos nosotros hace ya muchos años. Coincidieron en que no debemos verlo como una amenaza, sino como un síntoma de que nuestra sociedad ha experimentado tal avance que ahora son otros los que vienen mientras nosotros nos quedamos porque realmente necesitamos su mano de obra.
El obispo de Canarias D. Francisco Cases nos expuso un histórico sobre la llegada de los inmigrantes a Canarias, como hemos ido cambiando la versión hasta convertirlo en un problema económico y al inmigrante en una simple mercancía.
El obispo de Tenerife D. Bernardo Álvarez nos señaló el engaño que mantenemos al pensar que nos invaden cuando realmente no hay ningún tipo de invasión ya que la mayoría de los que han entrado por otras vías, puesto que los que entran en cayuco son expulsados antes de cuarenta días, están realizando trabajos que nosotros no queremos hacer.
Tengo que decir que me gustó la versión humana y solidaria que ambos obispos mantuvieron a lo largo de la conferencia, la exposición de un tema tan actual y tan políticamente problemático como este expuesto por una iglesia que a veces se mete en camisa de once varas por dar su opinión, una opinión que bajo mi punto de vista suele alejarse de lo que vive el pueblo dando la imagen de una iglesia que vive a espaldas de sus creyentes, me reflejó un objetivo final realmente cristiano, el amor al prójimo.
Desde esta tribuna quiero dar las gracias a ambos obispos porque me han hecho pensar que la iglesia católica en nuestras islas esta bien representada, con personas, cada una a su estilo, con cabezas bien amuebladas cuyo único interés es divulgar el amor entre todos. Algo tan sencillo pero tan difícil de predicar si se tienen intereses particulares de hacerse notar.
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