miércoles, 28 de febrero de 2007

Muerte de Pinochet

En diciembre hemos tenido como gran noticia la muerte de un dictador, Augusto Pinochet.
Augusto Pinochet asumió el poder el Chile en 1973, al derrocar a través de un violento golpe de estado al presidente democrático Allende. Así comenzó un período de represión brutal a manos de las fuerzas armadas comandadas por Pinochet. Miles de personas fueron asesinadas o "desaparecidas", llevadas a centros de concentración y vilmente torturadas; cientos de miles fueron privadas de libertad o se vieron obligadas a exiliarse.
Pinochet exportó la represión a otros países a través de la "Operación Condor" - un plan de cooperación entre agencias de inteligencia de diversas dictaduras militares. De esta manera, ciudadanos chilenos que estaban exiliados en Argentina, Paraguay y otros países - también encontraron su muerte en las manos de sus cómplices.
Pinochet gozaba de impunidad ante estos crímenes por su denominación como senador vitalicio en Chile, por lo tanto en su país nunca sería encarcelado por ello. Pero su osadía hizo que saliera de su país con destino a Londres y Garzón pudo atacar. Los tribunales españoles fueron los primeros en aceptar sus obligaciones bajo el derecho internacional y nacional y comenzar investigaciones sobre la responsabilidad de Pinochet y otros militares chilenos y argentinos por crímenes contra la humanidad. Este proceso llevó a la detención de Pinochet en Londres, pero tras más de un año de maniobras jurídicas y políticas, llevaron a su devolución a Chile, por considerarle demasiado senil para poder someterlo a un juicio.
Las cortes chilenas estaban determinando si se podía y debía ser juzgado allí por los crímenes cometidos.
Pero desgraciadamente ganó su muerte.
A veces la justicia nos hace pensar que no es efectiva en gran parte de los procesos pero sólo es debido a su gran lentitud.
Necesitamos que los procesos sean mucho más rápidos en su resolución, pero nada es más rápido que la lengua.
A veces las personas son condenadas por los medios de comunicación y pueden pasar años hasta que son juzgadas legalmente y aún resultando ser inocentes ya están condenados socialmente, señalados con el dedo obligados a retirarse de una vida pública sin culpa alguna.
Debemos tener cuidado con acusar desde la distancia a cualquier persona sopesando el daño personal y familiar que podemos causar, ya se encargará la ley de realizar los pasos oportunos para que se respeten todos los derechos.
Cuantas veces en nuestra vida cotidiana solo la pura intuición nos hace pensar que alguien ha cometido una infracción y hacemos correr nuestra lengua a diestro y siniestro hundiéndolo en la miseria.
Hagamos una sociedad más justa, pensemos en el daño que hacemos antes de hablar, maduremos en nuestra crítica, interioricemos que lo que hacemos nos lo hicieran y si no nos parece mal no lo hagamos, en una palabra SOLIDARIDAD con los demás, algo que no está muy de moda hoy día.

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