miércoles, 28 de febrero de 2007

Igualdad de Género

El ministro de justicia suspendió una conferencia que tenía previsto impartir en la Universidad islámica Imam de RIAD porque las autoridades no permitieron la entrada en este centro a las cuatro mujeres periodistas que viajaban en la visita oficial del ministro en Arabia Saudi.
Las autoridades universitarias alegaron que se trata de un centro exclusivamente masculino y que no consideraban adecuada la presencia de mujeres.
Nuestras periodistas utilizaron en todo momento ropas negras, iban cubiertas por unas chilabas del mismo color hasta los tobillos y velo largo negro por recomendación de la embajada española.
Desde luego hay que destacar que parece que las autoridades del país en todo momento respetaron la labor realizada por nuestras mujeres en el campo informativo y que además se realizaron arduos intentos del ministro de justicia de Arabia Saudí para solventar la situación en esta Universidad privada.
Siempre me ha parecido que Juan Fernando López Aguilar es de lo mejorcito que tiene en la actualidad el gobierno y añado que es una pena que pierda este ministerio por presentarse a la presidencia de Canarias sin garantías de salir cuando el papel que esta haciendo a nivel nacional es atrevido y excelente y nos hace sentirnos orgullosos a todos los canarios.
Suspender esta conferencia demuestra tener la cabeza muy bien amueblada porque conllevaba consecuencias políticas quizás un poco arriesgadas, a pesar que parece ser que las autoridades mostraban el apoyo a nuestras mujeres, pero no consiguieron convencer a los suyos, lo cual significa que por encima de la autoridad están estas tremendas ideas religiosas donde las mujeres no tenemos nada que decir no siquiera existir.
Podemos imponer la igualdad por ley? La dificultad empieza ya con el concepto: ¿igualdad de oportunidades o igualdad de reparto? ¿A cada uno según sus necesidades o según sus méritos? ¿Repartir lo mismo a todos o más a los que menos tienen? Para responder a estas preguntas se han hecho todas las revoluciones –y contrarrevoluciones– desde hace 250 años. Necesitamos una ley de «igualdad entre mujeres y hombres» donde se opte por la respuesta más radical a estas preguntas. Que no se conforme con garantizar la igualdad de trato para las mujeres al acceso a la formación, o a la promoción profesional o a sus retribuciones, sino que aplique el principio de discriminación positiva: a igualdad de méritos se diera prioridad a la mujer, o que en los convenios colectivos, a iguales condiciones de idoneidad, se establezcan preferencias a favor de la contratación de «las personas del sexo menos representado» en un sector profesional.
Me sigue asombrando que ciertas universidades sigan denegando la formación a las mujeres como si no las consideraran dignas de llegar a lo más alto en cultura, las universidades están para ser universales o deberían de dejar de llamarse así.
Mientras nosotras tenemos que respetar la vestimenta cuando nos trasladamos a estos países nos piden que respetemos su velo en nuestra tierra, no hay quien lo entienda, pero que sepan que quizás respetamos su velo a cambio de que estas mujeres puedan realizar sus estudios y que algún día ellas mismas se lo quiten sin que tengan ninguna presión aquí en ya su tierra.
Pienso que lo que realmente hay de fondo es un miedo atroz a que sus mujeres tengan información y manejen parte de las riendas porque no podrían dominar la situación, síntoma de debilidad.
En pleno siglo XXI nos siguen cerrando las puertas de la información, para que luego digan que existe una total igualdad de género, ni siquiera algo por lo que yo lucho, por un respeto a la diversidad de género.

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