lunes, 30 de abril de 2007

Día de los Difuntos

Hoy quería hablar de la celebración del 1 de noviembre, día de los difuntos o de todos los santos, lo que en la versión americana se conoce como la noche de Halloween.
En todas las culturas nos encontramos una fiesta dedicada a nuestros antepasados.
¿Qué celebramos realmente este día? Si el hombre aceptase la muerte, no habría difuntos. Paradójicamente todos los ritos funerarios tienen como objetivo garantizar la inmortalidad. Estamos en los días que hacemos memoria de los que se fueron, de alguna manera logramos que estén con nosotros en el mundo de los vivos. Recordamos a los que se fueron y no les dejamos morir porque son vida en nosotros, los hemos declarado santos, elegidos y gloriosos.
Vale la pena vivir para alguien, porque esa es quizá la manera más bella y más digna de no morir.
Los griegos y los romanos mantuvieron vivo el espíritu de los muertos, y una vez al año, en una gran celebración, les ofrecían un festín, generalmente sobre la misma sepultura; y disfrazándose como ellos, se hacían a la idea de que les prestaban sus cuerpos por un día para que gozasen del mundo de los vivos. Era el tributo anual que había que ofrecerles para tenerlos a favor durante el resto del año.
Nuestra castañada de Todos los Santos es un rito más en que se manifiesta la costumbre de comer en comunidad de vivos, pero también en comunión con los difuntos y con los dioses.
En muchos pueblos la celebración de Todos los Santos se caracteriza por comidas colectivas en que destacan determinadas especialidades como las castañas, los boniatos, los huesitos y otras especialidades de repostería que nos recuerdan a los difuntos. Forma parte de muchas tradiciones que en la comida de este día se pusiese plato al difunto más reciente y que luego se convidase con esos manjares al primer pobre que se presentase. Era tradición también en muchos lugares dejar esta noche las puertas abiertas y tener la casa bien arreglada, sin tropiezos y con comida en la cocina para que los difuntos pudieran pasearse a sus anchas y disfrutar de nuevo de su casa.
Y es que precisamente la primera palabra de nuestro oficio de difuntos es Réquiem (descanso): con ella nombramos cada una de las composiciones musicales de este género. Y las últimas palabras de este rito son Requiescat In Pace (R.I.P. =Descanse En Paz, que suele ponerse en las lápidas y en los recordatorios). Privar a los difuntos de sus “honras fúnebres”, llamadas también “pompas fúnebres” por ser la celebración más pomposa de las que celebraba una familia; privar, como digo, a un difunto de sus ritos funerarios era negarle el descanso a su espíritu, que quedaba vagando por el mundo de los mortales. Esa era una de las siete obras de misericordia: enterrar a los muertos (es decir celebrar correctamente el culto del enterramiento)
Hoy nos queda el 1 de noviembre para recordar toda esta historia, esperemos que con tanta influencia americana no se convierta solo en una fiesta de disfraces con comilona de golosinas y perdamos su verdadero sentido, ayudemos a recordarlo cada año.

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